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Uberización Vs. Alternativas

 19/09/2016

Una Uberización social, resultado del contagio derivado de su consolidación en el sector del transporte de viajeros, tendría como consecuencia un escenario indeseable caracterizado por la precarización de las condiciones laborales, la ausencia de seguridad jurídica y el deterioro de la calidad del servicio. Estos efectos vendrían acompañados de una alta conflictividad sociolaboral con sus correspondientes afectaciones en el orden público y en la vida ciudadana. En definitiva, aboca a un escenario de malestar y de decadencia.

La extensión al resto de sectores de actividad del escenario descrito para el sector del transporte de viajeros, como consecuencia de un “efecto contagio”, comportaría la definitiva consolidación de un modelo económico basado en la precariedad, degradando todavía más las condiciones de una modelo “low cost” que no parece sostenible en una economía que tiene que cubrir el “high social cost” de sus pensiones y demás prestaciones asistenciales.

Así pues, se trata de encontrar fórmulas que nos alejen de los efectos nocivos de la “uberización” del sector, un escenario tan próximo como indeseable.

Respuestas político-administrativas ineficaces

La previsible primera respuesta institucional, mantenida en el tiempo, no solo no ha servido para contener el impulso y la consolidación de un fenómeno inexorable, si no que nos está abocando a una uberización fáctica, sectorial y social.

Por el contrario, la aplicación de una estrategia de excesiva apertura del también conduciría a unos efectos parecidos. Este supuesto únicamente se diferenciaría del primero en que el resultado al que se llegaría, la fatídica Uberización, dispondría de pleno reconocimiento legal, con lo que de hecho acabaría legalizando formas de competencia desleal que no aportan nada en beneficio del sector ni del interés general.

Así pues, cualquier respuesta político-administrativa basada en la inacción, en la prohibición o en la liberalización irresponsable, está inevitablemente abocada al fracaso, generando además raves perjuicios socio-económicos de los que debemos advertir para prevenirlos.

Tercera Vía. Diálogo e interés general

Por consiguiente, y dado que nos encontramos ante el acceso inexorable de unos nuevos colectivo que operarán bajo una cobertura tecnológica con capacidad de autoregulación, no existe más opción que promover y ordenar un debate constructivo entre los diferente agentes y operadores implicados antes de tener que asistir a la difícil convivencia de tantos marcos regulatorios como plataformas digitales se consoliden.

Este debate debe dar origen a una regulación marco que incorpore una nueva categoría laboral de base colaborativa, destinada a satisfacer un interés general que lo demanda porque evoluciona igual que lo hace la sociedad que lo encarna.

Esta primera regulación podría combinarse con instrumentos jurídicos al alcance de la administración y que ofrecen suficiente maniobrabilidad para introducir y graduar las adaptaciones inevitables:

  • Introducción de otros títulos profesionales de transporte de viajeros. Eliminación de parte de las severas restricciones a las que están sometidos determinados colectivos profesionales del sector que operan con otros títulos de transporte legales (VT, VTC, autorzcs Municipales, etc.).
  • Nueva categoría pseudo-laboral sin título de tansporte. A través de esta nueva categoría pseudo-laboral se reconocería a los particulares la posibilidad de prestar un servicio, hasta ahora reservado en exclusiva a profesionales.
  • Descontingentación. Finalmente, en el caso de que no se opte por crear un nuevo título de transporte, siempre se puede recurrir a una descontingentación de las licencias VTC como vía para ampliar limitadamente las fórmulas de acceso al sector. Esta fórmula permitiría habilitar formas de negocio compatibles con las existentes en el mercado por las ventajas que aporta al consumidor en términos de relación calidad-precio, de prestaciones adicionales, de innovación, etc.

Esta es la alternativa o tercera vía que se propone a la indeseable Uberización del mercado y el consiguiente traslado a la sociedad de sus efectos en forma de conflictividad, inseguridad y precariedad.

Conclusión

Así pues, parece inevitable explorar terceras vías que permitan una apertura limitada, ordenada y consensuada del mercado. Una actitud dialogante y abierta a la integración de nuevas formas de negocio redundará en favor de la confianza en los hoy deteriorados pilares jurídico-institucionales. La Ley y las instituciones, a la altura de las circunstancias.

Barcelona, Jordi Marcer

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